Vijay Kumar Gupta

15.896 km. between Madhya Pradesh, India and Rosario, Argentina.

(Versión en español, al final)

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When Vijay opens the door to his home, the intense perfume of the spices with which he cooks are spread in the hallway, flooding everything. Especially the senses.

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Separate the aromas one by one it’s an impossible task, identify them, name them individually because although the cumin is recognizable, it does not come alone, so let's say that the curry, the Vijay´s curry is what prevails in his home’s  atmosphere. Maybe because it’s a peculiar and unique aroma. Each family in India develops its own curry. It is a decision based on personal taste, as natural as choosing whether or not to add pepper to a dish.

He is a young man, a kind one, with a very warm tone of voice.

His faith is placed in the mystical figure of Shiva. He is Hinduist, open to the world around him, which he observes with curiosity and in which he has learned to greet with a kiss on the cheek instead of reverently shaking hands.

A world that, from his native India, was shown only through the internet.

Vijay was born in central India, in Rewa, a small district of the 48 that make up Madhya Pradesh, a young state (founded in the 1950s), of which Bophal, it’s capital, it’s perhaps best known. ´

Then, as an adult and because studies, he would move to Delhi. There he would learned Systems and would also make the decision to live in a place that was absolutely opposite to his culture. Just out of curiosity. Only to know what it feels like to live in a completely different place.

He would choose Rosario as a new –and perhaps definitive- home after a brief and first visit, after having considered a job proposal in New York, which would decline and take him to live a year in Buenos Aires. Always knowing, very clearly, that he would dedicate himself to cooking traditional Indian food .

Until 2018, he was the only Hindu who lived in Rosario for four continuous years. But that singularity was transformed with the arrival of a friend of him.

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Vijay, being self-taught, knew he would cook to live. Not only economically, especially from a spiritual need to feed himself in the same way that he did at home.

He cooks naturally although attached to traditional recipes. Once a year he travels to visit his family and stock up on spices that he cannot find in Argentina, to make sure that the flavor is the same that he keeps in his memory.

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He chops onions quickly with great concentration and choose the spices in a very intuitive order, he have the measurement of these at the tip of his fingers. Same for salt.

Everything is governed by the knowledge of what each spice contributes in flavor and taste. Everything is balanced. In the flavors, in the actions, in the words.

The strong aromas of Chicken Tikka Masala and the creaminess of Aloo Baigan Masala fill it all. They are everything in this afternoon where Vijay cooks guided by his gods, his history, his family cultural heritage, the one that it’s shows up in every dish he cooks and shares, and which he build his bridge to get back home, a brief return through the palate, as similar to the generosity of nature, as intense as the dreams that are born of longings.

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Vijay Kumar Gupta

15.896 km. entre Madhya Pradesh, India y Rosario, Argentina

Cuando Vijay abre la puerta de su hogar, el perfume intenso de  las especias con las que cocina se esparcen en el pasillo, inundándolo todo. Sobre todo a los sentidos.

Imposible separar uno a uno los aromas, identificarlos, nombrarlos  individualmente pues aunque el comino sea reconocible, no viene solo, entonces digamos que el curry, el curry de Vijay, es lo que predomina en el ambiente de su hogar. Y es que cada familia, en India desarrolla su propio curry. Es una decisión basada en gustos personales, tan natural como elegir ponerle pimienta o no a un plato.

Es un hombre joven, de formas amables, cálido al hablar. Su fe está puesta en la figura mística de Shiva. Es hinduista, abierto en cuanto al mundo que lo rodea, al cual observa con curiosidad y en el que ha aprendido a saludar con un beso en la mejilla en lugar de dar la mano reverentemente.

Vijay  (fonéticamente sería algo así como “Vi-yei”) nació en la parte de la India central, en Rewa, un pequeño distrito de los 48 que conforman Madhya Pradesh, estado joven (fundado en los años 50), del cual su capital, Bophal, es quizás más conocido.  Luego, ya siendo adulto y por estudios se iría a Delhi. Allí se formaría en Sistemas y también tomaría la decisión de vivir en un lugar que fuese absolutamente opuesto a su cultura. Sólo por curiosidad. Sólo por saber qué se siente vivir en un lugar completamente diferente.

Hasta el año 2018 fue el único hindú que habitó en Rosario durante cuatro años continuos. Pero esa singularidad se vio transformada  con la llegada de un amigo suyo.

Elegiría a Rosario como nuevo –y tal vez definitivo- hogar después de una breve y primera visita, luego de haber sopeado una propuesta de trabajo en Nueva York, la cual declinaría y lo llevaría a vivir un año en Buenos Aires. Siempre sabiendo, con mucha claridad, que se dedicaría a cocinar comida tradicional hindú.

Un mundo, que desde su nativa India, se le mostraba sólo a través de internet.

Siendo  autodidacta, lo haría para vivir. No solamente desde lo económico, sobre todo desde una necesidad espiritual  de alimentarse de la misma manera que lo hacía en su hogar.

Vijay cocina naturalmente aunque apegado a las recetas tradicionales. Una vez al año viaja a visitar a su familia y abastecerse de especias que en Argentina no encuentra, para asegurarse que el sabor sea el mismo que guarda en su memoria. 

Corta cebollas con rapidez y gran concentración. Elige las especias siguiendo un orden muy intuitivo y así mismo tiene la medida de éstas en la punta de sus dedos. Igualmente para la sal. Todo va regido por el conocimiento de lo que cada especia aporta en sabor y picante. Todo es equilibrio. En los sabores, en las acciones, en las palabras.

Los fuertes aromas del Chicken Tikka Masala y la cremosidad del Aloo Baigan Masala lo llenan todo. Lo son todo en esta tarde donde Vijay  cocina guiado por sus dioses, su historia, su herencia familiar, esa que se presenta en cada plato que cocina y que comparte, y que son su puente de vuelta a casa, un regreso breve a través del paladar, tan parecido a la generosidad de la naturaleza, tan intensos como los sueños que nacen de los anhelos.

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